Apuntes acerca de una actriz llamada Magui García
Por Viridiana Nárud
Escribo desde el asombro. Para mí el
oficio del actor es uno de los más bellos en el arte. Lo he comparado con el
viaje del chaman. El actor presta su cuerpo a un espíritu (personaje) para
sanar al hombre enfermo. ¿Quién es el enfermo? ¿El público, el escritor, el
director? Mostrar la patología de forma abierta sólo indica la aceptación de un
dolor. Hacerlo público: la desesperación de cerrar la herida. ¿Cómo un personaje va a cobrar vida en un cuerpo que rechaza a través de la moral a un ente que sólo busca ser escuchado? Dicen que el buen actor no piensa, sólo siente. Sin embargo, yo no creo que eso sea así. Se necesita un entrenamiento, no sólo físico y emocional, también, intelectual para crear a un personaje.
A través del proceso de ensayos de “Bajo Tierra” Magalí ha hecho preguntas que me incomodan. No porque sean molestas, sino porque me obligan a replantear mi trazo escénico e incluso la comprensión de un personaje que yo misma escribí. Un actor que es capaz de hacer preguntas y que es escuchado, será capaz de cambiar la manera de abordar el final de una historia.
Yo veo en Magalí eso que no se puede
explicar con palabras, incluso, podría decir que fue la intuición de eso
indecible que me llevó a buscarla. Debo confesar que su fuerza y
capacidad, no sólo interpretativa sino humana, me han sorprendido porque han superado mi intuición. En estos
ensayos he descubierto más de mí que de ella. Magui se muestra como un enigma,
se deja ver y después se esconde.
Fotografía: José Fernando
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