Una mujer intensa
Por Viridiana Nárud
Durante toda mi vida he tenido que lidiar con un adjetivo que
me molesta en realidad. No me incomoda por su significado sino por la manera en
que las personas lo resignifican. Eres
demasiado intensa. Es difícil entender a una mujer como tú por su intensidad. ¿Es
algo molesto el sentirse vivo de manera vehemente?
Yo me pregunto: ¿Las personas tienen derecho a penetrar mi
cuerpo, a tocarlo, a decirme palabras que entiendo, que hablen de ellos hablándome
a mí y yo sólo tengo derecho a mantener silencio y dejar que cualquiera me
toque y pretender que nada importa? Estoy cansada de escuchar los deseos de los
hombres incapaces de luchar por ellos.
Dicen que el problema de los idealistas es que huyen de la
realidad, yo la enfrento. Estoy acostumbrada a decirme cosas incómodas a hablar
conmigo misma y después de varias derrotas levantarme infinitamente porque no
quiero hacer en la vida nada que no ame. Pero este amor y deseo por la vida
parece ser condenado por una sociedad que le gusta castrar al mundo.
En alguna ocasión un Gabriel García Márquez me dijo que no
entendía por qué la gente perdía tanto tiempo negando lo que quería. Esas
palabras fueron para mí una bofetada en donde comprendí que si quería escribir
sólo tenía que escribir. No sólo estudiar horas infinitas tratando de encontrar
la gran obra que el mundo espera. El mundo no espera a los escritores. El mundo
no espera la libertad y el amor. El mundo no espera nada de nadie. Pero yo
quiero vivir la vida con esperanza.
Podrán decirme loca o intensa, quizá tienen razón al llamarme
así. Sin embargo, se equivocan en los motivos. Loca, porque entiendo mi dolor y
permito que él me hable y trato de curarlo a través de la acción. Intensa,
porque amo con vehemencia la vida y me encuentro consciente de sólo tener esta
vida y no quisiera regresar a ella siendo una prisionera del deseo, de la
impotencia. Dicen que la acción en sí misma ya es transgresora. Bien, lo soy
porque estoy dispuesta hacer lo que sea para encontrar en este pequeño mundo la
plenitud. Algo, de lo que pocos hablan.
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