Puerta al infierno

Por Viridiana Nárud 


El llanto le parecía familiar. Despertó con una sensación de angustia. Como si no reconociera el lugar en donde durmió las últimas dos semanas. Como cada noche, llegaba a las diez y media, ordenaba alguna garnacha y comía frente al televisor. No era muy sociable y le molestaba el haber tenido que abandonar su casa de campo. Demasiada miseria en las ciudades. Recordaba una temporada en Nueva York, aunque su padre se hizo cargo de todos los gastos, ella prefirió no salir del departamento. Miraba desde las alturas al indigente que se paraba frente a la puerta del edificio a pedir cualquier cosa. La pobreza sólo atrae a los intelectuales.
Los vecinos no la veían con agrado. Su padre era dueño del inmueble y cada año subía las rentas dejando a la mayoría de sus inquilinos fuera antes de terminar el contrato. Le gustaba pensar que cuando muriera su padre, se gastaría todo el dinero que él acumulaba. Lo tiraré en las calles e imaginaré que se retuerce en su tumba. Que sale de ellas y lame el piso donde tiro las monedas. El trato con Ariadna no era fácil, así que prefería no tener con nadie.
Esa noche, mientras todos dormían pudo escuchar el llano en la habitación de junto. No era la primera vez que lo escuchaba. Pero en esa ocasión le pareció distinto. Como si el bebé estuviese siendo lastimado. Sin prender la luz de la recámara, pegó su oído a la pared que daba a la habitación de junto. El llanto no se detenía. Por extraño que pareciera, no se escuchaba ningún adulto. Se dio un pellizco para saber si estaba despierta. Continuó el llanto. Se asomó por las ventanas. En el departamento de a lado todo se encontraba oscuro.
Su padre construyó el edificio con puertas ocultas que daban a los departamentos conjuntos. Al menos, eso recordaba. El llanto no se detuvo y comenzó a creer que le hacía daño al bebé de junto. Sacó toda la ropa del closet y no pudo encontrar más que una pared. El llanto era cada vez agudo. Miró fijamente la pared. Arrancó el papel tapiz que ocultaba la puerta. Abrió y no pudo salir de ahí. 







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