Mi hecho teatral perfecto
Por Viridiana Nárud
Me han preguntado
cuál es el mensaje que deseo dejar al público a través de mi obra. En realidad,
el público y el mundo me tienen sin cuidado. No quisiera
adoctrinar a través del teatro a ninguna persona. Creo que la Conquista y la
Iglesia dejaron a muchos adoctrinados en el “Nuevo Continente” y de nada ha
servido, más que para alinear un pensamiento y una creencia.
He trabajado
con directores que hablan de justicia y utopía en sus obras y humillan a sus
obreros, porque no son colegas, teatrales; productores que se pronuncian a
favor de la Justicia y la Libertad y no están dispuestos a darles un pago justo
a sus escritores. Yo no quiero alimentar mi Ego creyendo que soy capaz de
cambiar al mundo a través de unas simples líneas. Si puedo incomodar y hacer
salir de su zona de confort al espectador y a mis colegas, con eso me conformo.
¿Por qué la
gente cree que el teatro está para mandar mensajes claros a sus espectadores? Comienza
a sorprenderme cómo existen personas que son capaces de interpretar el arte a
través de estudios semióticos y psicológicos. El alma humana es imposible de
asir, deberíamos dejar atrás tanta pretensión.
Para mí, un
hecho teatral perfecto, sería que los
espectadores fueran capaces de abandonar la sala o aventar jitomates (suaves
para no herir a nadie) a los actores y director y demostrar su desagrado. Estoy
cansada de audiencias sumisas y de aplausos cumplidores.
Comentarios
Publicar un comentario