Una llamada ancestral


Por Viridiana Nárud
Apenas se vayan todos quisiera hablar contigo. Han sido días aciagos. Siempre has conocido mi aversión a las personas. Nunca te he mentido. Necesito tiempo para pensar, para estar conmigo alejado de ti. Es cierto que cuando te propuse matrimonio creía que podrías salvarme. Me equivoqué. Contigo siento que caigo en espiral. En esa caída todo mi pasado se presenta. No me haces bien tampoco estas fiestas que un principio creí sorprendentes. 


He recibido una llamada unas semanas atrás. Estabas en la alberca con nuestros amigos. No sé si te lo dije, pero esa casa perteneció a mi abuelo. Mi madre no me había dejado habitarla por temores que apenas puedo comprender. Anna, la existencia me parece cansada, cada hora una tortura. Ni siquiera tú con todo tu brillo y alegría puede hacerme bien. Lamento mucho haberte arrastrado hasta aquí conmigo. Sé que no eres feliz. Lo he visto en tu rostro. Apenas alguien da la media vuelta tomas aire para continuar cargando tu pesada máscara.
Sé que te causará risa lo que te voy a decir. A mí me ha hecho reír y acepto que útilmente casi nada lo logra. Anna, antes debo preguntarte, ¿por qué aceptaste estar conmigo? Yo no conozco de alegrías. Mi reputación siempre fue la de un hombre cruel con las mujeres. Admito que muchas veces quise enamorarme, pero esos sentimientos están predestinados a almas virtuosas. La mía no lo es.

Sé por tu mirada que no te he hecho feliz, tampoco me engaño, nunca lo has sido. Fue la tristeza en tu mirada la que me hizo querer estar contigo. Tu vanidad extrema sólo mostraba tu inseguridad. Anna, conozco tu piel, los lunares en tus nalgas y la celulitis que ocultas. Esa era la mujer que me gustaba, la mujer insegura que se despertaba desnuda junto a mí. Contigo conocí ese encanto de los enamorados. La esperanza de hacer del otro alguien mejor. Fui demasiado optimista. 

Esa tarde en la casa del abuelo fue como si arrancaran de mí toda ilusión. Vi con toda claridad el vacío de la existencia. No puedo aferrarme a ti. Mañana después de la fiesta te darás cuenta que no estoy aquí. Me iré a casa del abuelo. Mañana se festeja el aniversario luctuoso de mi padre. Los secretos siempre son revelados, Anna. Algo en el alma los descubre. Aunque mi madre trató de hacerme olvidar ese día yo lo recuerdo bien. Mi padre en el baño, la ambulancia, mi madre hablando por teléfono con mi abuela para que viniera por mí. Sí, fue en la casa del abuelo. Anna, sigo mi naturaleza.

J. 



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