La despedida
A Jorge, José Luis y Antonio…
Existe un día o una noche, una hora específica, la cual pasa desapercibida, en la que nuestros padres nos dejaron de cargar, que ya no seremos suspendidos en sus brazos. Pienso en el instante previo de una despedida: trato de recordar exactamente las prendas que llevaban puestas, sus últimos gestos antes de la partida. Entonces, viene el deseo, la necesidad de decir adiós. Demasiado humana para intuir los pequeños caprichos de la vida.
Recordar significa repasar por el corazón. Pienso en cómo ese órgano tan pequeño tiene la potencia de mantener vivo el cuerpo, podrá nuestro cerebro morir, pero si nuestro corazón continúa latiendo, la vida continúa; los presentimientos en el pecho; la taquicardia del encuentro inesperado, ya sea con un amante o ladrón. Sabemos que estamos vivos porque nuestro corazón late.
Han sido tantas las despedidas y tan pocos los reencuentros… quisiera volver a escuchar sus voces y ser abrazada en sus brazos, no soltar sus manos y decir: Todo va a estar bien. Pero uno no sabe y la ignorancia con los años se convierte en incertidumbre y nos vuelve necios, fósiles de la existencia.
Si las palabras son una oración yo rezo porque a ustedes llegue mi despedida.
Amén.
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Existe un día o una noche, una hora específica, la cual pasa desapercibida, en la que nuestros padres nos dejaron de cargar, que ya no seremos suspendidos en sus brazos. Pienso en el instante previo de una despedida: trato de recordar exactamente las prendas que llevaban puestas, sus últimos gestos antes de la partida. Entonces, viene el deseo, la necesidad de decir adiós. Demasiado humana para intuir los pequeños caprichos de la vida.
Recordar significa repasar por el corazón. Pienso en cómo ese órgano tan pequeño tiene la potencia de mantener vivo el cuerpo, podrá nuestro cerebro morir, pero si nuestro corazón continúa latiendo, la vida continúa; los presentimientos en el pecho; la taquicardia del encuentro inesperado, ya sea con un amante o ladrón. Sabemos que estamos vivos porque nuestro corazón late.
Han sido tantas las despedidas y tan pocos los reencuentros… quisiera volver a escuchar sus voces y ser abrazada en sus brazos, no soltar sus manos y decir: Todo va a estar bien. Pero uno no sabe y la ignorancia con los años se convierte en incertidumbre y nos vuelve necios, fósiles de la existencia.
Si las palabras son una oración yo rezo porque a ustedes llegue mi despedida.
Amén.
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Texto: Viridiana Nárud
Pintura: Kandinsky
Pintura: Kandinsky
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