Cinco es igual a treinta y dos
La estrella
gira, como un rehilete al viento. Los rizos de mi cabello chocolate se asoman
por la ventanilla del copiloto, giran-giran. El viento bora devora mi
respiración y el mar… como fondo las olas y tu mano tocando el muslo izquierdo
de mi pierna. Tu piel tibia en mí. Una gota de lluvia en mi nariz. Lloverá te
digo tomando con ternura tu mano. No escuchas, costumbre.
El Corvette rojo de tu padre tiene una radio vieja y una casetera llena de pasado. Space Oddity comienza a sonar. Levantas tus gafas sobre tu frente, el sol embebido en ti. Las olas, el viento, el motor del coche, la música, tu mano, tu perfil italiano y tus labios rojos. Pienso en tu padre, en la vergüenza que siente por ti y mi fascinación por ti. Quiero que las olas nos envuelvan y apago la música. Es tarde, cierro los ojos. Mantener la ilusión de la tarde.
El Corvette rojo de tu padre tiene una radio vieja y una casetera llena de pasado. Space Oddity comienza a sonar. Levantas tus gafas sobre tu frente, el sol embebido en ti. Las olas, el viento, el motor del coche, la música, tu mano, tu perfil italiano y tus labios rojos. Pienso en tu padre, en la vergüenza que siente por ti y mi fascinación por ti. Quiero que las olas nos envuelvan y apago la música. Es tarde, cierro los ojos. Mantener la ilusión de la tarde.
Texto: Viridiana Nárud
Fotografía: David Alan Harvey
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