A un dios ausente


Por Viridiana Nárud

He ido a la iglesia y me he encontrado con un sacerdote hermoso. Me sentí avergonzada por llevar un labial vino que hacen ver mis labios gruesos aún más gruesos y mi cabello suelto. A la iglesia se asiste con atuendos discretos para no hacer caer en pecado al sacerdote. Eso es lo que recuerdo. Las faldas debajo de la rodilla. No maquillaje. No escotes. No pude prepararme para mi encuentro con Dios porque un hombre de Dios se presentó ante mí como algo sublime y me sentí avergonzada de mi cuerpo. Así que hablé poco y ya no pude confesarme como hubiese deseado. Me retiré con la necesidad de hablar con dios. ¿Dónde estaba?

Mi abuela materna solía contarnos una historia en donde de pequeña la unían a una filia en donde todas las niñas de la iglesia se formaban. El sacerdote les pellizcaba los senos. Mi abuela odiaba a los curas. Pero no cuidó de uno de sus hijos que fue abusado por uno. Mi abuelo materno dejó la milicia cuando su madre le ordenó que abandonara a todos esos asesinos que mataron a tantos en la cristiada. Mi abuelo paterno sólo decía que los escupía y los odiaba, pero mi abuela paterna iba cada domingo a la iglesia y él la acompañaba.

Mi fe proviene del lado paterno. Mi padre quería ser sacerdote y yo quería ser monja. Mi abuela se despertaba todos los días a las siete de la mañana a rezar el rosario. Yo crecí creyéndome culpable por preferir mi vida antes que a dios. El dogma se enseña desde pequeño. Mi educación primaria se encuentra marcada por el amor y la vara de las monjas. En la escuela sólo recuerdo haber conocido a una moja amorosa, las otras, te pegaban. Mi hermana tuvo que interceder por mí el día que una monja me pegó frente a todos en la escuela.

Si Dios es amor ¿por qué ese amor no lo ejercen sus representantes? El amor no sólo es un constructo metafísico o platónico, también implica la práctica. Dios está en los cuerpos, en la palabra, en la imagen, en la poesía que es creación eterna. Me dicen que elimine de escritura la palabra Dios, que nadie cree en eso ya. Pero yo creo. No sé en cuál ni cómo se llama ni cómo sea. Mi experiencia con él es a través de la palabra y el cuerpo. ¿Qué me dice? Apenas lo siento. Soy viento, agua, tierra y fuego. Un flujo imparable de preguntas que fluyen y no tienen respuesta.









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