La moral de los idealistas (José Ingenieros)



I.                    La emoción del ideal

Cuando pones la proa visionaria hacia una estrella y tiendes el ala hacia tal excelsitud inasible, afanosa de perfección y rebelde a la mediocridad, llevas a ti el resorte misterioso de un Ideal. Es ascua sagrada, capaz de contemplarte para grandes acciones. Custódiala; si la dejas apagar no se reenciende jamás. Y si ella muere en ti, quedas inerte: fría braza humana. Sólo vives por esa partícula de ensueño que te sobrepone a lo real. Ella es el lis de tu bastón, el penacho de tu temperamento. Innumerables signos la revelan: cuando se te anuda en la garganta al recordar la cicuta impuesta a Sócrates, la cruz izada para Cristo t la hoguera encendida de Bruno; cuando te abstraes en lo infinito leyendo un diálogo de Platón, un ensayo de Montaigne o un discurso de Helvétius; cuando el corazón se te estremece pensando en la desigual fortuna de esas pasiones en que fuiste, alternativamente, el Romeo de tal Julieta y el Werther de tal Carlota; cuando tus sienes se hielan de emoción al declamar una estrofa de Musset que rima acorde con tu sentir; y cuando, en suma, admiras la mente preclara de los genios, la sublime virtud de los santos, la magna gesta de los héroes, inclinándote con igual veneración ante los creadores de la Verdad o de Belleza.

Todos no se extasían, como tú, ante un crepúsculo, no sueñan frente a una aurora o cimbran en una tempestad; ni gustan de pasear con Dante, reír con Molière, temblar con Shakespeare, crujir con Wagner; ni enmudecer ante David, la Cena o el Partenón. Es de pocos esa inquietud de perseguir ávidamente alguna quimera, venerando a filósofos, artistas y pensadores que fundieron en síntesis supremas sus visiones del y de la eternidad, volando más allá de lo real. Los seres de tu estirpe, cuya imaginación se puebla de ideales y cuyo sentimiento riza hacia ellos las personalidad entera, forman raza aparte en la humanidad: son idealistas.

Defendiendo su propia emoción, podría decir quien se sintiera poeta: el Ideal es un gesto del espíritu hacia una perfección.




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