ESPASMO (Fragmento)
Espasmo (Fragmento)
Por Viridiana Nárud
¿Qué se supone que debo hacer para olvidarte? ¿No
podrías simplemente desaparecer o morir? En ocasiones despierto con la
sensación de querer arrancarme los ojos porque los culpo por haberte visto.
Otras, despierto con una presión en mi pecho que no me permite respirar y voy
sintiendo que mi corazón deja de latir lentamente hasta el amanecer. ¿Sabes por
qué lo reanimo? Porque tengo ganas de volver a verte y que este amor te haga
miserable. Muchas veces me he preguntado ¿por qué nunca vas a poder amarme? No
encuentro respuesta y es que tú me confundes. A veces tengo la ligera sospecha
de que podría conquistarte y hacerte olvidar todos tus males, pero el alma la
tienes negra y carcomida por el pasado. Tú me enseñaste que
algunas personas engañan por el placer de engañar. Estoy cansada de la
desesperación y la espera. Estoy vacía, jamás podré olvidar ninguna de tus palabras,
ninguno de tus gestos y no quiero olvidarlos. Lo que más me duele de tu amor es
que jamás voy a tener la certeza de haberlo tenido. Esa es la peor ofensa para
un amante.
Luego, lo conocí.
Yuksek me hizo recordar la inocencia del amor y olvidar morderme las uñas por
la angustia de la espera de una llamada. ¿Qué no puede una mujer amar a dos
hombres a la vez? ¿Cómo podría explicártelo? Al estar con él encontraba una
manera de vivir más cerca de ti.
Algunas veces platiqué con él acerca de ti. Le confesé: Me preocupo de
él noche y día. Le escribo cartas, pienso en él. Con frecuencia me imagino que
existe más en mi consciencia que en la realidad. En la realidad, él continúa
sus tareas habituales: duerme, fuma, lee el periódico y se coge a otras.
Supongo que uno siempre permanece demasiado fiel a su primer amor. Así que
todos hemos de llegar tarde. No te puedo exigir más. (Baja el arma). Ahora lo
entiendo. ¿Te cuento un sueño Riad? (No espera respuesta) Una vez soñé que me
encontraba en un baño lleno de mierda, una especie de laberinto en los baños
públicos. Apestaba. Tenía la urgencia de ir a orinar. Aunque todos los baños
estaban vacíos no me atrevía a entrar a ninguno. Entonces, me encontraba “Algo”
que parecía humano sentado frente a los espejos. Le pregunté: ¿Quién eres?
Respondió: Tú lo sabes. Entendí que era la muerte.
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