A él:
A él:
No somos el cumulo de nuestros miedos, de serlo, nos
quedaríamos sentados lamiendo nuestras heridas. Pero me has dicho que pesan más
estas últimas que los momentos vividos. Tienes tantas y tan abiertas, que me
has mirado como un perro sarnoso que se enfrenta por primera vez al contacto
humano, extrañado y lleno de ira. Quién podría imaginar que un sentimiento tan
frágil podría rompernos, dejarnos sin sueños y sumergirnos en una tristeza
profunda por su ausencia. Juno le decía a Eros que era el único dios capaz
doblegar a los dioses. ¿Qué no vemos a Júpiter cometiendo las peores locuras
ante la herida de su flecha?
Supongo que a ti te flechó la de plomo. Tu silencio, tu
ausencia me ha dejado en un limbo. Yo que tantas veces creí morir sin ti, me
encuentro aquí sin sentimientos. El amor no es individual y es mentira lo que
escribiste, no puedo ser mi mejor y única amante. Un amante siempre busca ser
esclavo de otro. No quiero decir que el masoquismo es la suprema verdad del
amor, quiero decirte que ese sentimiento busca vivir en el otro. Sentirse
necesitado es parte de su naturaleza. No creo que puedas entregarte de manera
distante, eso es un engaño, mera observación. Supongo que estas vacío y que
esas entregas eran las que te permitían sentirte vivo.
Miro mi entorno, nada ha cambiado, sólo ya no soy la
misma. No quiero parecerme a ti, a ese perro herido retorcido de dolor incapaz
de aceptar una caricia. Has arrebatado la manía en mí y mi rostro no muestra
emociones. Pasa el tiempo y el olvido siempre llega, al menos, que sea
recordado. Somos cadenas de él. No nos
volveremos a ver, tampoco volveremos a aquel lugar de partida.
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