Después de tres semanas


La paz y la tranquilidad no me causan placer. No sé transitar eso mundo que se aleja de la realidad. Observo la naturaleza. Todo en constante destrucción. ¿La creación? La ira es expresión del amor. Un corazón violento lleva a la autodestrucción. Escribir de forma imperfecta me hace fumar. La estética es expresión del amor. Yo sólo quiero hacer obras terriblemente hermosas, de esas que te hacen sentir incómodo. Quiero hacer sentir lo que yo siento todos los días con esta alma dentro de mi cuerpo. Me he ganado el derecho de poseer una y estar posesa por ella y someterme a ella y cuando no lo hago me siento desalmada y no quisiera porque dejo de ser humana. ¿Qué es la humanidad? Un constructo ideal del hombre que le permite ser civilizado. De niña yo quería ser monja y también una criminal; quería matar a hombres en favor de la revolución. Tuve la fortuna de no enamorarme en mi adolescencia porque también quería ser madre. ¿De esos sueños que tuve ninguno se hizo realidad? Sin embargo, no dejo de soñar. Por eso escribo porque encuentro una justificación a mi existencia inútil. Yo creo que toda existencia en el mundo es así, inútil, pero algo bueno tiene que salir de esto. Como esas cosas que llaman amor, paz y serenidad. Yo vivo en tensión de lo contrario. Decimos cosas tontas porque las importantes no se dicen, así que debo cargar con esta garganta llena de palabras que no he dicho y con la consciencia de haber pronunciado las más estúpidas palabras. Quisiera que esto que me habita se detuviera por instantes y conocer la claridad de la realidad. Sé que no existe. También sé que existió. El mundo está enfermo. Escribir libera mi locura.   









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