Postales de una mujer

Por Viridiana Nárud

Una dolencia permanente persigue a los de mi especie, una que nos sumerge en nosotros mismos y nos aprisiona. Somos adolecentes con canas y arrugas. Algunos de mis amigos han perdido el cabello pero no han perdido el miedo a la existencia. Otros, comienzan su vida adulta esperando diariamente un paquete lleno de distintas drogas. ¿No hemos enaltecido en demasía la cultura del sufrimiento? 
¿Qué mal puede resultar el existir aunque sea un absurdo?
Dicen que uno no puede escribir si no es la tristeza. ¿Es en verdad esto? Leí hace poco que sólo Dios se acerca a los hombres (homo sapiens) con corazón roto. He pensado en ello, es necesario que el corazón se rompa para reflexionar sobre nuestra existencia y egoísmo; es probable que el dolor nos permita entenderlo, pero el amor nos une y transforma.
He escrito desde el dolor y desesperación en el límite de la vida. Hay días en las que un dolor terrible en la cabeza me persigue, dicen que es migraña, son pensamientos nudos deseando ser expulsados de mi cráneo. Cuando ese dolor e ideas se presentan la idea del suicidio se presenta. Medito y hablo a mi corazón: Estás vivo. Estas vivo.

Septiembre 26

 Foto Dennis Stock