El departamento

Por Viridiana Nárud

El hombre abre la puerta de su departamento, se detiene un segundo y ve alrededor: la planta pegada a la ventana, los sillones minimalistas de colores grises. Aún no amanece. Cierra sin saber que no volverá. Han pasado semanas desde que dejó el departamento, un vecino curioso toca a la puerta. No sabe qué hacer en esos casos más que mantenerse curioso. ¿Estará muerto? El vecino se imagina que el cuerpo podría estar pudriéndose dentro y sólo es cuestión de horas para que el hedor brote de la puerta y sea necesario llamar a la policía. 

Los vecindarios mudan sin cambiar de domicilio, en cuestión de años un nuevo inquilino llega, ve el departamento vacío y se pregunta ¿Cómo entrar a ese departamento y no pagar más renta? A veces sólo hace falta valor para invadir un propiedad que ha quedado abandonada. Crea una estrategia, hablarle a un amigo que orqueste una mudanza y juegue del nuevo inquilino, ¿Si se apropia él departamento y lo deja fuera? 

La planta muerta, a lado de la ventana, se asoma cada mañana y aunque se crea que los seres vivos no tienen esperanza, esta planta espera un poco de agua, a su dueño que lunes y miércoles la alimentaba y le decía cosas tiernas. Los muebles grises se han podrido por el sol, como el cuerpo de ese hombre que fue tirado en un barranco de la ciudad. Demasiado solitario como para despertar más allá de la curiosidad de su vecino, una búsqueda o lo extrañe. Sus restos se encuentran enterrados bajo otros cuerpos, es parte de una cifra no contada, sus muebles y su planta lo esperan. Su departamento mantiene las puertas selladas hasta que otro hombre intente abrirlo y llene de vida lo que hoy se mantiene en el olvido. 




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