Anís

Por Viridiana Nárud

El anís sobre mi boca, dulce duro que trozo con mis muelas y destrozo. El aroma del pan recién horneado entra por la ventana y el sauce llorón en el fondo, verde. El aire vívido ido oído por el poeta saudí, que parece hacer un  ji-ji-jí. Intercambio muerte por vida, aunque sólo prolongue la primera.
Interdependencia intercelular  y el cuerpo hablando y la boca besando y los ojos viendo y la terrible necesidad de él. La ansiedad del cuerpo…

Desollar la piel, suave y con placer, los músculos vivos, los nervios y la sangre roja. Me desintoxico de ti sustancia adictiva, pero el pecho y sus sentimientos. El pecho y sus sentimientos. Que una mano arranque el corazón. Sin latido. Desobedezco toda razón. Quién ha podido entender esas cosas. Desesperanzados andamos sobre andamios que caen. Me sostengo en el vilo y miro el atardecer rojo y anaranjado. Que la noche no caiga porque de sueños no quiero saber nada. El des-placer de ti y el espasmo en el vientre y el vómito sin poder salir de mi boca. ¿Por qué expulsarte de  mí?