El Jefe

Por Viridiana Nárud

Los sueños caen como el cabello de mi cráneo sobre mis hombros. No regresan, folículos muertos, ideas infértiles. Sobre mi escritorio, una computadora vieja llena de documentos. Ni una palabra escrita ahí es mía. Ni una sola idea propia.  Estimado señor… gracias por tu apoyo… atentamente… El jefe, encerrado en su oficina, no habla con nadie. Sus mensajes: atiende a tal… ve en mi representación. Su trabajo gobierna y da sentido a mi vida. Me duermo pensando en la agenda de mañana.

Apenas hace unos días una mujer llegó a la oficina del Jefe pidiendo hablar con él. Llena de reclamos, golpeó mi escritorio. Sin expresión, la miré. Quita esa cara, ¿con cuál otra podría verla? Tu jefe es un inútil, perdí el control. Fui castigada una semana. ¿Cómo una mujer cualquiera se había atrevido hablar así de él? ¿A caso no sabe que es una de las personas más importantes del país?

En casa tuve tiempo de pensar. Puse todo en orden: la ropa en los cajones; limpié el moho del cancel del baño; el refrigerador sin restos de comida del mes; la existencia... Recordé la tarde que mi marido se fue. Llegué del trabajo en la noche, todo estaba limpio y ordenado. La cama, vacía. Al despertar, continué sola. A veces uno extraña al bulto sobre la cama… Te han levantado el castigo, puedes regresar dijo la voz al otro lado del teléfono. Justo cuando la tristeza me hizo haciendo pensar.

Nunca he sentido nada hermoso por nadie, por eso sé que no estoy enamorada de mi Jefe. Me gusta la seguridad y la certeza de tener una silla frente a un muro, hablar de él con otras secretarias para que sepan que mi Jefe es el jefe de todos sus jefes. Jerarquía. Pienso en estructuras y pirámides; que si fuéramos egipcios me enterrarían junto a él y que en muchos siglos alguien me encontraría y mi cuerpo momificado ocuparía un lugar en los museos;  que si algún día llegara la revolución a nuestro trabajo sería la catástrofe. ¿Dónde quedaría mi silla?

El muro frente a mí me recuerda los límites inquebrantables a los que la existencia humana se somete. Soñar… ¿Soñar?  











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