Ellos saben
Piensa en
una manera de humillarlo. Especula que no existe mayor humillación para un hombre
cobarde que amarlo a la fuerza y entregarse de manera fortuita. El dolor se
convierte en placer. El abandono en fantasía. Escribe cartas que él no responde.
Lo encuentra en la calle. Lo mira fijamente. Grita su nombre. Él se detiene,
ella camina a él enloquecida, llena de deseo. Se detiene a escasos centímetros.
Los ojos de aquel hombre no dan crédito a la sorpresa de tenerla tan cerca.
Ella burlona, se retira.
Ella
acostumbra a experimentar con otros hombres lo que haría con él en caso de que
él dejara de ser un niño. Comienza el patrón: misma talla, mismo color de ojos
y el cabello rizado. Está dispuesta a dejar en el pasado aquella fría esteticidad
de hombres color mármol. La imperfección se asoma ante ella como una revelación
de una verdad mística que anuncia este nuevo amor.
Ella se
burla de aquella pose fría que él mantiene frente ojos extraños. Un hombre tan
frío, con carácter de niño, no ha conocido jamás el calor de una mujer que se
capaz de revelar el carácter de un hombre. Él ve en ella a una enemiga. Tiene
planes de inmortalidad que hagan honor a su familia, aunque ésta lo persigue
hasta su habitación incapaz siquiera de masturbarse. Él sabe que ella sabe.
Ella indaga
en lo más profundo de su psique, lo observa caminar, hablar frente a extraños y
su manera de lacerarse de forma inconsciente frente a ella. Su cuerpo se agita y
su razón la controla. Ella siente su corazón latir con fuerza. Quisiera hacer
tantas cosas. Pero se detiene y la náusea la invade. Ella sabe que él sabe.
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