Voces
Cientos de miles de voces en mi cabeza. Doy prioridad a mi
consciencia. En las noches, el insomnio cada vez más agudo y el deseo de
volarme la tapa de mí cráneo más recurrente. Las voces no se pueden escuchar en un sólo golpe. Me permito que sea la imagen que les dé vida. Sus rostros, sus
historias… todas dentro de mi cabeza. Una grita, llena de rabia, es lo único
que hace. Su rostro no es de este mundo. Grita.
Las voces en el patio, fuera de mi cabeza, tampoco hablan
con claridad. La palabra ha perdido sentido. Un día de tanto hablar y
escuchar me voy a quedar muda. Dar muerte a la palabra tendría
que ser mi mayor acto de sublevación. La sumisión de la hipocresía me asquea.
Todos hablan a espaldas de todos.
¿Por qué lo importante se calla? ¿Por qué existe esa metafísica en las
palabras que no pueden expresar los sentimientos y el más elevado conocimiento?
Gruñir tendría que ser necesario.
¡GGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGggggggggggggggggggggggggggggggggg
Ggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggg
gggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggg!
gggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggg!
Antoine D'agata
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