Amarás a tu prójimo más que a tus redes sociales
Por Viridiana Nárud
Aún me
recuerdo de niña escondida debajo de la cama de mis padres tratando de
ocultarme de Dios. Cerraba los ojos y me ponía a llorar de impotencia. ¡Ni
siquiera aquí puedo ocultarme de Él! Pensaba. Cargaba en mi pecho una cruz de
oro que mi padre me regaló y junto a ella las Tablas de la Ley. En un
mandamiento que jamás leí, pero estoy segura de haber aprendido en sus lecturas,
grabé en mi mente las siguientes palabras: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
En ese
mandamiento que jamás escribió Dios ni enseñó Moisés creí que el mandato máximo
que cualquier individuo tendría que seguir sería el que dictaminara el Amor. Sin
embargo, en nuestra sociedad ese Dios es profano y apenas se pronuncia. La
Razón responde a necesidades nobles y tangibles dentro de una
sociedad y a diferencia del amor o el
corazón, no responde a intuiciones animales. ¿Dónde quedaron nuestros
sentimientos?
Ahora entiendo
que jamás ningún Dios pisó esta Tierra. Un mito dice que mientras Dios creaba
los cielos, el agua, la tierra el fuego y los animales, tiraba un poco de esa
energía divina y que de esas sobras nacimos los hombres. Nuestro Padre, al
vernos, negó su creación y nos dio la espalda. Por eso se dice que estamos
hechos de agua, tierra, aire y fuego. Este mito si se enseñara en las escuelas
nos mostraría un padre nada amoroso y más real. También ayudaría a desaparecer
nuestra culpa creada por el mito de Adán y Eva. Somos hijos bastardos.
Un filósofo
dice que un hombre que responde al Bien actúa de forma aberrante y
contranatura, ya que la naturaleza del hombre es la destrucción y el odio. De
ser esto cierto ¿dónde quedan los hombres de buenos sentimientos? Al parecer el
Bien es una aberración de la naturaleza. El hecho de formular esta pregunta anuncia un sentimentalismo
extremo y mi derrota ante los ideales. Preguntar, mostrar la ausencia de lo
ideal en el mundo real también es un llamado a resucitar aquello que hemos
matado: nuestra intuición y nuestros sentimientos en favor de la Razón apolínea
constructora de sociedades y “Verdades”.
¿Por qué los
individuos están fracasando si las sociedades se han empeñado en generar el
mayor progreso tecnológico de la Historia? ¿Por qué nos encontramos tan solos
en una era en donde las redes sociales nos permiten tener miles de seguidores y
amigos? ¿Por qué enfermamos, enloquecemos y somos incapaces de comunicar
nuestros sentimientos frente al otro y no nos avergüenza el mostrar nuestra
vida pretenciosa y falsa en las redes sociales? ¿Por qué en una era de la comunicación nos
encontramos más incomunicados?
Muchas
crisis de nuestra vida tienen una larga historia inconsciente. Vamos a ellas
paso a paso sin darnos cuenta de los peligros que se van acumulando. De la
soledad se dice que es el bien más preciado. Sin embargo, yo veo cada vez a
gente más sola e infeliz. ¿No será la falsa soledad un síntoma de una crisis
profunda? ¿En qué momento nos atreveremos a dejar de ver nuestros teléfonos
para mirarnos en los ojos de otros? Advierto que para vernos en los ojos de
otros necesitamos acercarnos a ellos piel con piel, sin un milímetro de
distancia.
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