Vida como Gran Obra




Por Viridiana Nárud @viridianaeunice

Pareciera que me enfrento a una sociedad en donde la superficialidad genera un abismo en donde la idea de lo que eres, es más importante de lo que en realidad se es. Así que, para mantener esta imagen elevada, abrimos perfiles de Facebook en donde la felicidad y el éxito reinan; un twitter en donde nuestra falsa intelectualidad sorprende, y, mientras nos encontramos en una fiesta, tomamos selfies   con nuestros “mejores amigos” para anunciar en las redes que no estamos solos. La virtualidad de nuestras relaciones ha invadido también nuestra forma de concebir y vivir nuestra sexualidad. Tanto, que si nos sentimos calientes podemos bajar nuestra aplicación de Tinder y matchear con algún nuevo sujeto.

Así vamos viviendo nuestra vida en una red superficial llena de mentiras y nos disgustan los sujetos que muestran sus verdaderas emociones e ideas, ya ni siquiera los llamamos cínicos, simplemente los eliminamos, bloquemos de nuestro entorno. No entiendo por qué nos maravilla y sorprende la sinceridad de Black Mirror, cuando permanecemos poco críticos con nuestra propia realidad. Eso sí, somos capaces de comentar lo ciertas que son sus reflexiones.

El primer hilo de esta red es la mentira que se cruza con la hipocresía. Gastamos nuestros ahorros en la apariencia de lo que pretendemos ser y la imagen que debemos dar al mundo. Sin preocuparnos cuál es la verdadera imagen del mundo. Construimos murallas que no nos permiten vislumbrar la inmensidad e irracionalidad de nuestra naturaleza. Por ello las ciudades se encuentran tan llenas de neurosis y de histeria. Nos hemos amurallado y ocultado de la Naturaleza y hemos creado una serie de artífices que nos oculta a nosotros mismos de los otros. Olvidado que una realidad para el autoconocimiento es el encuentro con el otro.

Hemos olvidado que el no vivir nos lleva a filosofar, y hemos intercambiado nuestros momentos de ocio a cambio del tráfico o una vida nocturna en donde el sexo resulta vacío. ¿Qué necesitamos como individuos para enfrentar la realidad real? ¿Valor? ¿Ayahuasca?, ¿ácidos?, ¿Yoga?, ¿mudarnos de ciudad? ¿Emprender una búsqueda del amor? ¿Pero no dicen que el amor no se busca, llega?

¿Por qué si somos una sociedad en donde el número de psicólogos y sus pacientes aumenta y llegan a nuestras ciudades chamanes con curas espirituales, o, viajamos a diferentes partes del mundo para encontrarnos, nos hallamos tan extraviados y solos? ¿Por qué ninguna droga cura nuestra alma? ¿Por qué a pesar de aumentar nuestro número de parejas sexuales el vacío es más grande? Quizá, hemos perdido la capacidad de asombrarnos, y el miedo se ha convertido en nuestro peor enemigo. Es cierto, que este último nos ayuda a mantenernos a salvo, pero hemos amurallado nuestra alma y corazón y nos hemos inmunizado para que nuestras pasiones no tomen brío dentro de nosotros. Creemos que el amor es conformidad, que una Gran Pasión, por irracional, debe mantenerse alejada de nosotros. La locura, a pesar de que todos se autodenominan Locos, es de mal gusto. Hemos olvidado que ésta nos permite encontrarnos con algo sublime.

Toda Gran Obra, requiere de un espíritu alquímico que permita sublimar su realidad de hombre, de animal. Los alquimistas buscaban el Oro alquímico que era el espiritual. Ahora sólo buscamos este metal preciado en minas estériles que nos dejan agotados en un rincón, solos y con miedo.







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