Dios y las dietas
Por Viridiana Nárud
Durante años
he escuchado el siguiente cuestionamiento: ¿Por qué si dios es todo poderoso,
no acaba con las guerras o permite las guerras? Pero, cuando se habla de
destino muchos dicen que este camino trazado por los dioses no existe, que
tenemos libre albedrio. Sin embargo, a pesar de que se ha anunciado la muerte
de dios y ha surgido su contraparte ,la Ciencia y con ella el conocimiento científico,
no dejamos de hacernos la misma pregunta a pesar de ya no creer en él. Pareciera que aún nuestro pensamiento guarda
esa huella mnémica que nuestro Padre Todopoderoso nos ha abandonado sin
dejarnos saber nuestro origen.
Freud nos
dice que “muchas veces lo malo ni siquiera es lo nocivo o peligroso para el
Yo, sino, por el contrario, algo que éste desea y que le procura placer”. Así
que la sociedad para mantener en orden esas pulsiones del hombre lo amenaza con
quitarle el amor. Por lo tanto, tenemos a un hombre angustiado, que su
principal motor es el miedo. Sin embargo, Kierkegaard nos dice sobre la
angustia que “la angustia se relaciona con el pecado y la libertad. Engendrada por
la nada, alimentada por la impaciencia, surgida como realidad de la libertad en
cuanto posibilidad”. Esto nos enfrenta a un ser humano que teme a la libertad y
de tomar cargo de sus ideas, preceptos y acciones.
Sartre nos
dice que “la idea del hombre como un ser libre es una consecuencia inevitable
del ateísmo”. Yo me pregunto, ¿por qué si el número de ateos incrementa. la
libertad y su sentimiento se encuentra en descenso? También, este mismo autor
nos dice que “quienes identifican a Dios como creador lo identifican con un
artesano superior, el artesano del mundo”. Hasta aquí, veo que en ocasiones los
seres humanos encontramos a Dios como un ente externo a nosotros mismos. Él
(allá fuera donde quiera que se encuentre), tiene dominio de nosotros, del
mundo, del universo, de lo finito e infinito. Esa idea es realmente frustrante
y egocéntrica. Querer que Dios, amo de la nada y del todo, del universo, del
cielo y de la Tierra, nos mire y que, además, haga la Paz, es una idea tremendamente
bárbara.
Cuando
pienso que los seres humanos justifican su maldad, perversidad, dejemos atrás
los valores éticos y morales que estas palabras puedan cargar y pensemos en cómo
el humano destruye la naturaleza a otros seres de su misma especie y ajena, con
la idea de Poder y expansión…. Yo me
pregunto, ¿para qué quieren expandir su territorio y poder, si no existe vida
alguna que puedan someter? Es absurdo.
Es por ello
que creo que muchos humanos nos justificamos en la idea de una mala dieta para
destruir. ¿Qué quiero decir con una mala dieta? Es fácil, es como el día que
decidimos bajar de peso: vamos al nutriólogo, nos compramos nuestras pastillas
mágicas, y guardamos en el refrigerador toda esa deliciosa comida nutritiva que
nos hará bajar de talla. Sin embargo, mientras esa comida se pudre en el refri,
como garnachas a escondidas y bebo hasta embriagarme ron con coca. Meses
después de haber comprado mi kid, regreso con el nutriólogo y peso exactamente lo
mismo o más. Mi furia es grande. He pagado una considerable cuenta por todo lo
que se pudrió en mi refri y las consultas son carísimas. Salgo indignada.
Así veo que
algunos seres humanos juzgan a Dios, a partir de su propia incapacidad de dar
amor, de su voluntad por detenerse y destruir la vida. No es Dios quien la
destruye. Dios no es un ente externo, es algo interno y sólo opera conforme a
la voluntad del individuo. Y sí, no es totalmente placentero. La ética, la
Moral son antihumanas. Quizá Cioran tiene razón al decir que en “algunos casos
aberrantes el hombre se inclina al bien”. Y quizá también sea cierto que esta
idea aberrante al Ser traiciona y humilla a su creador pues es el mismo hombre.
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