El vacío no conoce el límite
Hay días en los que fantaseo que mi padre muere y heredo una tierra para enterrarlo. ¿Podrías quererme a pesar de ello? Quédate a dormir, dices. Estrujas mi cuerpo junto al tuyo, la temperatura comienza a elevarse, nuestros cuerpos sudan, quiero que te alejes, me sujetas con más fuerza. A las seis de la mañana saldré de tu casa. Quieres una relación de esas en donde las personas se despiertan juntas, desayunan, hablan y se hacen mimos.
¿Sabes por qué me gusta la noche? Por su capacidad de
esconder las sombras. No me conoces. Soy un abismo a la nada. Sólo yo resisto
su vértigo. El arte de balancearse en
la cuerda delgada de la existencia. Mi equilibrio es la ausencia.
¿Me has visto? A las personas se les quiere por lo
que son, no por su potencia de ser. No conozco la ternura ni tranquilidad. Soy
una llama que abrasa a quien esté en su paso. Me consumo a mí misma. Quiero más.
Te dije que el vacío no conoce el límite.
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