Una vida inútil
Me acerco a
esa edad en la que mi padre tuvo su primera hija y se casaba con mi madre, me
aproximo a ese abandono de esperanza y sueños. Él hizo el mismo recorrido que
alguien una vez construyó para nosotros. Debemos arar el camino y avanzar. Nos perdemos en la marea de los sueños y olvidamos que sólo necesitamos cerrar
los ojos para recordar lo que el corazón ya sabe. Las posibilidades no son
infinitas, noticia que entristece a los optimistas. Me
encuentro en este bosque que mi padre recorrió todas las mañanas. No puedo ni quiero ver
lo que sus ojos vieron. Subo a la montaña, esa que estuvo prohibida
porque desaparecen mujeres y yo tengo miedo de desaparecer un día. Subo esa
montaña y un pensamiento que ni siquiera es mío se introduce en mi cabeza: No
existe nada más inútil que tratar de hacer de la vida algo útil. Ahora lo creo como algo mío.
No he visto
mariposa volar desesperada por demostrar su belleza, sin conciencia de ella
misma sobrevuela el paisaje y demuestra en su inconsciencia su belleza. Somos
cuando no pensamos. Pero yo miro ese camino que mi padre recorrió, subo la
montaña que él no subió y dejo que mi corazón me guíe. Pido al azar no ser
cruel, que el Destino no esté desprovisto de Fortuna. Camino ese camino que
sólo el corazón puede atravesar.
Foto: Ansel Adams
Texto: Viridiana Nárud
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