Junio
Junio tiene
el sabor de una naranja podrida de colores intensísimos y gusanos del mismo
color escurriéndose de los gajos sobre la tabla de madera. La luz entra del
lado Este de la cocina, ¿medio día? En
Junio se celebra al padre y lo acompañan tardes soleadas y lluviosas, más vale
salir con abrigo y paraguas. La lluvia, se creía antes, servía para hacer las
paces entre el cielo y la tierra, la unión entre estos dos elementos es el
agua. Arriba, abajo. Abajo, arriba. Regreso a esa cocina en Xochimilco, paredes
blancas, comedor de madera tallada a
mano con flores gigantes, artesanía mexicana barroca. Así recuerdo mi casa. El
trabajo del artesano y sus manos presente, artesanías que se compraban en el
Mercador Buenavista Buenavista.
Mis padres
se divorciaron un diecinueve de junio, el mismo día de mi cumpleaños; muchos
años atrás, también se festejó el día del padre y le cantaba canciones de niña
que te enseñan en la escuela para festivales anuales dedicados a figuras
ausentes. Si regreso al día del divorcio de mis padres que coincide de manera
extraordinaria con el día de mi cumpleaños, recuerdo a mi madre salir de los
juzgados de Coyoacán. No recuerdo si nos acompañó alguna tía, en esos casos, se
recomienda no dejar sola a la mujer con su marido que después de la firma --que
tarda menos de un segundo en realizarse-- será tu ex marido. Esperamos en el
coche encendido mi hermana y yo. Mi padre salió con lágrimas en los ojos. Él
siempre dijo que mi madre era la mujer de su vida. Nos fuimos. No le dije
adiós.
¿Has pensado que existe un último día
en el que jugaste con tus amigos y no volviste a salir? Me pregunta, eso es nostalgia. Pienso en las despedidas y en lo extraordinario
de adioses. Nos alejamos del mundo sin saber que ya no pertenecemos a él. Junio
es una naranja podrida de colores intensísimos, de lluvia y reconciliación.
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