Ni todo el amor ni todo el olvido
No sé si han pasado más de ocho años desde que vi por última vez a mi padre. Mi madre me pasa audios con su voz cansada. Los gritos no se han ido. es un fantasma, un ideal.
De él
aprendí que es mejor amar que ser amado. Pero eso es una estupidez. No se puede
amar ni entregarse sin un poco de amor de por medio y es que el amor nunca
viene en pequeñas dosis aunque se dosifique.
El amor de
un padre no puede inventarse, necesita de la imagen, de la palabra, del momento
preciso en donde esto que nos une a él tenga peso en la realidad y no en la fantasía.
Aprendí para amar se necesita ser amado y cuando lo entendí toda sombra de mi
padre evaneció convirtiéndose en olvido.
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