Una noche azul
Por Viridiana Nárud
¿Sientes esa brisa tocando tu rostro? Es tibia. Una sonrisa se dibuja en tu rostro. Te detienes y miras el horizonte. El suave golpe de la olas: chaz, chaz… detienes tu pensamiento, quieres hundirte en ellas, sentir su salado sabor, tomar una bocanada de aire fresco mientras ellas te llevan a un destino incierto. Quieres que tu cuerpo se sostenga sin peligro de ahogarse y llegar a otros continentes, sólo con su fuerza.
Estás ahí, tranquila en el balcón de esta casa en primavera, piensas que el tiempo no transcurre que son sólo las estaciones. Nuevamente
una bocanada de aire fresco y el sonido de las olas cada vez más fuerte: CHAZ,
CHAZ… El reloj se ha quedado sin pila y el tiempo se ha tenido, sin embargo, el
cielo cambia de colores, la temperatura baja y sientes cómo cada poro de tu piel
se dilata y respira. No sólo respiran tus pulmones.
Es de noche y observas a ese hombre caminar en la playa,
escribe en la arena algo que no puedes entender. El aire lentamente borra el
mensaje y el hombre sigue caminando hacia el oriente. ¿Ves? Ninguna línea que
enuncie el presente puede ser escrita sobre el pasado. Respiras. Cierras la
ventana. Es hora de dormir… Es hora de dormir…
Foto: David Allan Harvey
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