El arte de flotar
Por Viridiana Nárud
A nadie gusto
y nadie me gusta. No amo ni deseo a nadie y tendrá un año aproximadamente que
escribí mi última obra de teatro. El silencio en medio de esta ciudad y esta
avenida que cruza mi casa ha comenzado a fincarse y hay días en los que
pretendo construir en él. ¿Puede usted ver una pequeña balsa que apenas se mueve?
Esa soy yo. Un pequeño motor la impulsa y la mantiene a flote. ¿Ha leído la
biografía de Buñuel? En ella explica cómo el deseo lo consumía y cómo aprendió que
en la imaginación nos podemos coger a nuestras madres y nada pasa. ¿Qué pecado
puede existir en el acto de desear? ¿Es
acaso el deseo un acto o sólo un verbo pasivo que enuncia un anhelo?
Soñé que me
perdía en un edificio lleno de escaleras que subían y bajaban. El acto de
bajar, de conocer la oscuridad me emocionan. Veo la luz, la reconozco, es bella,
pero mi curiosidad está allá abajo… El día de hoy es hermoso. La luz se
refleja ese árbol del Líbano y miro esas hojitas rojas. El calor calienta mi cuerpo.
Con los escritores
aprendí dos cosas: Una mujer atractiva no puede ser escritora, porque tiene
caca en la cabeza y la felicidad no es compatible con la escritura. Tampoco
lo es una profunda depresión. ¿De dónde proviene el arte? ¿Qué mueve al espíritu
que lo invoca? Existe demasiado silencio y las interrogantes son cada vez más
grandes. Esa fiebre de saber lo inconfesable se apaga.
¿Qué es
lo que impide al deseo actuar? ¿Por qué la represión? ¿Entiende lo que es ésta? Un
cerco, un Estado, granaderos que reprimen el pensamiento, las manifestaciones. Sí, yo lo reprimo, no es un cita con
el desencuentro. ¿Qué causa la culpa? No lo sé.
Comentarios
Publicar un comentario