Zapatos en rebaja

 Por Viridiana Nárud

Tengo amigos que han desconectado a sus padres en un país en donde la eutanasia está prohibida; quienes prefieren mudarse de país antes de decir adiós y de quienes no sé nada aunque hable con ellos cada semana. Las clasificaciones matan, dice mi psicólogo, pero tengo amigos que están dispuestos a matar y quienes no.  Las diferencias entre el bien y el mal son conceptos que en la razón entiendo, pero me dejan indiferente en la vida.

He pasado frente a la tienda de ropa. Vi unos zapatos verde aqua que quisiera ocupar para el día que nos reencontremos. Me ha dicho que vendrá y no guardé un solo peso de lo que él ha mandado. Pensé que siempre existen distintas maneras de ganarse el dinero. Dijo que vendrá un seis de julio, un día antes de mi cumpleaños. Mis amigos quieren que vayamos a la terraza que está a unas cuadras de mi casa, que puedo permitirme vivir la vida cuando ésta se ha creado para eso. Sin embargo, creo que la vida no tiene más que ese patético sin sentido.

Podría entrar a la tienda, pedir un par de mi número. Decirle a la vendedora que voy a caminar sobre el pasillo para ver si son realmente cómodos. He pensado llegar a las once de la mañana, ver unos modelos antes y cuando lleguen las señoras que no tienen mejor razón de existencia que comprar zapatos  a medio día a escondidas de sus esposos, me iré con los zapatos puestos.

A veces me pregunto a qué grupo de amigos realmente pertenezco.






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