En defensa de la edad femenina


Por Viridiana Nárud

A la edad de 24 años mantuve mi primera relación con un hombre veinte años mayor que yo. Si algo puedo asegurar es que no fue el complejo de Electra el que me impulsó a relacionarme con él. Fue el flechazo que lo hizo. Espero lo hayan vivido. Y si digo esto es porque desde que cumplí treinta no he dejado de escuchar a hombres de mi edad y más grandes decir que “mi reino se acaba” que las “mujeres envejecemos” y que a diferencia de nosotras, ellos no envejecen, maduran. Lo cual es totalmente falso.

Para una mujer joven muchas veces no resulta atractivo un hombre que con sus manos cansadas, aliento fétido, sin cabellera y malo de salud intente tocarte. A veces provocan asco y repudio. No son interesantes sólo por el hecho de mantener una vida activa en su vida laboral. Son atractivos e interesantes por cómo cuiden su cuerpo y cómo se desarrollen fuera y dentro de su círculo laboral. Sobre todo se vuelven más interesantes por su capacidad de empatía.

Después de fallidas relaciones con este tipo de hombres mayores, puedo decir que te roban inocencia y que muchas veces quisieras regresar a esa edad temprana para recuperar un poco. De inocencia conozco muy poco. También he descubierto que la edad no está relacionada con la madurez emocional del hombre. Las mujeres envejecemos, es cierto, pero nuestro crecimiento y vida interior ningún hombre podrá jamás tocarlo. Señores, también ustedes envejecen y si no  cuidan su salud, se les caen los dientes.







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