Deseo
Por Viridiana Nárud
El silencio es una piedra en mi garganta. A lo lejos escucho la
escoba del hombre de mantenimiento deslizarse en el piso. A la distancia, aún
más lejos, los gritos de los niños; el motor de los autos; los aviones cruzando
el cielo tripulado por personas que tienen una vida que transcurre mientras
olvidan sus sueños, el caos de la ciudad. Pareciera que estos hechos que
conforman la vida cotidiana de los hombres enmarcan el vacío que nos condena.
Pero yo pienso en ti y esta nada se llena de significado. Contienes el secreto
de la vida porque una cadena de iluminaciones nos abraza.
Y me angustio pensando en ti y que la palabra pecado haya sido
eliminada del vocabulario popular, que no exista más una prohibición ante el
deseo y que, por el contrario, sea la indiferencia la que triunfa aniquilando
la naturaleza de éste. Entonces, en lugar de escribirte sostengo mi pluma y no escribo
nada. ¡Ojalá existiera el infierno! Vivir
no es otra cosa que arder en preguntas. El deseo arde, devora, aniquila, es
sombrío e infernal, se desborda.
Silencio…
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