El afilador

Mamá, el afilador lleva una hora silbando fuera de la casa. El sonido agudo y desafinado lucha por ser una melodía. Mi piel se eriza. Observa directamente a mi ventana. Los automóviles pasan frente al edificio y nadie se ha percatado -¿prefieren ignorarlo?- el hombre mira directamente a mi ventana. Trae una máscara de tela,  su lengua lucha por salir, la baba escurre.

La música comienza a balbucear letras, sílabas… Aaaa… iiii… ooo… y desvanecen en el aire. ¿Es cierto lo que dicen acerca de nuestra familia?                                 Los secretos emergen de las profundidades.                              El tiempo se detiene.                     La hora cero…             El afilador baja de su bicicleta, queda suspendida mientras él camina suavemente entre los autos, en la calle llena… El timbre suena.

(Mamá, ¿es cierto lo que dicen de nuestra familia?         ¿Dónde está tu padre?              ¿Madre, la voz de los muertos jamás se silencia? ¿Por qué no puedes hablarme?)

La respiración y el silbido suenan por el interfon… ¿Mamá, es cierto? ¿Me escuchas?


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