Carta a un padre
Algo lleva el hijo del padre. Yo llevo tus rizos, el corte de cara y tus sueños. Escribo con la intención de que no puedas leer la crueldad de mis palabras. El acto de escribir me salva de la barbarie del suicidio. Padre, durante mi adolescencia dibujé escenarios sádicos en donde la implosión de la propia vida me liberaba de ti. Mi pecho lleno de pasiones, de impronunciables palabras que se anidaban en mi cabeza y crecían como liendres. Padre, lamento que el tiempo nos separe. Lamento que si nos encontramos en la calle no podremos reconocernos.
Una sombra se ha dibujado esta noche, trae un mensaje. No hay más que destruir, hemos quemado naves. ¿Era necesaria nuestra destrucción para sobrevivir? Que la muerte no te traiga más amargura. Si en tu último respiro llega a ti mi recuerdo, recuérdame cuando niña te adoraba y decía papito. Recuerda mi sonrisa, mis abrazos de niña, mi cabeza en tu pecho al anochecer. Recuerda ese tiempo en que te amé más que a nadie y olvida a esta mujer que escribe de ti, que te desnuda ante el mundo y señala tus defectos.
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