Una voz
Por Viridiana Nárud
Una voz grave y clara se expresa en medio de la noche. Uno espera que la palabra se cumpla, hasta amargase lenta, suave y corrosivamente. Tomo nota. La memoria como eco repite: AMARGURA. La sonrisa de mi rostro desvanece. Culpo a mi madre, pero esto lleva tiempo aquilatándose.
He
tenido sueños. Mi madre me encierra en un auto hasta el
anochecer. Grito, lloro, maldigo, incapaz de salir. Al despertar, después de reflexionar sobre el
sueño, pienso: El coche no es una prisión.
Entonces recuerdo
mi infancia. Pido a la voz que calle. Olvido sus palabras. Vuelvo a dormir. El eco de la palabra se anuncia: AMARGURA.
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