En un mundo de mediocres el talento es fortuna

 Por Viridiana Nárud

En medio de las discusiones y peleas dentro de la casa, salía al patio a abrazar a Percy. Le platicaba mis miedos, lloraba junta ella veía la noche. Ahora, veinte años después, en la soledad de mi hogar, abrazo a Magnolia intensamente pretendiendo que esta cachorra de cuatro meses y medios me proteja de ese peligro que me asecha.


Apenas hace unos meses una mujer sin talento alguno se obsesionó conmigo, todo gracias al consejo de quien creí un buen amigo. La paz de mi hogar dejó de existir y me vi encerrada dentro de él con las persianas abajo. ¿Por qué será que las personas más estúpidas y sin éxito alguno se atreven a dar consejos de vida?

 
Las redes están invadidas de fracasados sociales que encontraron en las redes un rebaño de seguidores igualmente ciegos. Esta pandemia sólo revela lo que ya vivíamos: Estamos solos y rodeados de imbéciles.

Lo interesante del talento es que es el único diferenciador entre las personas y es totalmente antidemocrático. En este mundo en donde la igualdad son slogans de lucha, el talento nos recuerda que en la vida existe un factor azaroso que no todos poseen y jamás podrán poseer.

Pienso en esa mujer que tras un serie de acosos, hostigamiento y extorción logró lo que ella conoce como éxito. Un proyecto que jamás valoré y le entregué en sus manos parece ser para ella la victoria más grande. Esa mujer me recuerda lo miserable que puede ser la especie humana.   

Toma a Magnolia entre mis brazos, respiro fuertemente y me digo: Todo va a estar bien.

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