La luna


Por Viridiana Nárud

Cuando me oprimen las angustias en las noches de luna, te recuerdo. Pienso en todas las palabras que nos dijimos. Llámame; nos vemos pronto; hace frío; la comida estuvo rica… Vuelvo a estar junto a ti, con mi corazón lleno y un temblor en la sangre. No sé por qué da vergüenza sentirse desnudo frente a otra persona con la ropa puesta.

Estos pensamientos pertenecen a un pasado. Es lo que me digo. Camino esta calle, la misma que solíamos recorrer. En el aire resurgen los recuerdos. Tú, caminando frente a mí sin saber qué decir. Yo, observándote, tratando de contener la respiración para que el deseo no se pronuncie. Corro a ti para que mi mano izquierda roce tu meñique derecho y sientas todo lo que aún siento. Me tomas de los hombros y me miras a los ojos. Avanza tú primero.

Quiero sentarme aquí, en esta banca orinada por todos los perros de la colonia,  extinguirme y olvidar. Detrás de mí, los semáforos sin servir. Los autos no circulan. Las personas duermen y quisiera saber si sueñan. Todo a mí alrededor se muestra automatizado, sin sentido. Ya no quiero que tu recuerdo me afecte. Debería plantearme una nueva vida. Dejar de creer que ese sentimiento me vuelve grande. Creencia monstruosa porque he tenido sueños que desvanecen al despertar.






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