Ajuste de cuentas

Por Viridiana Nárud


A los 19 años decidí no ser madre y darme un plazo hasta los 40 años para decidir si me mataba o continuaba con esto llamado vida. Si no decidí hacerlo en ese momento fue porque pensé que no me gustaría morir con dolor. Si este pensamiento era en verdad sincero, encontraría la manera de realizarse y encontrar la respuesta llegado el momento.
Aún no cumplo cuarenta y pienso que ya es momento de hacer un ajuste de cuentas. ¿Para qué sirve la vida? Llevo años gastando dinero en terapia, libros, preguntándome ¿por qué vale la pena vivir? Hay días en que mis pensamientos son tan obsesivos que distorsionan mi manera de entender mi propio mundo.
Es abril y en este mes siempre me pasan chingaderas. En este mes, hace dos años, me enteré que me habían hecho fraude mis mejores amigos, en ese mismo mes de ese mismo año, me robaron mi computadora y hoy en este mismo mes, pasados dos años, he perdido mi iPhone. ¡Qué chingaderas son estas!
Dice Jung que aquello que no se hace consciente puede aparecer en forma de Destino. ¡No mames pinche inconsciente! ¿Qué carajos debo aprender de este maldito mes! No me gusta que la vida hable de manera misteriosa y simbólica. Cuando algo debes entender y no lo haces porque estás pendeja, se te va a presentar cuarenta mil veces en el mismo mes, en el mismo hombre con diferente rostro, hasta que lo hagas consciente.
Vida, he decidido no ser madre y continuar con la vida aún pasando los cuarenta. Aún no dictamino si quiero seguir haciéndolo por siete o diez años más. Lo que vivo me gusta. Créeme, jamás en mi imaginario más enfermo creí que tendría esta vida. Me parezco más Bridget Jones de lo que pude imaginar,  soy soltera y tengo una naturaleza innata para hacer el ridículo. Eso sí, no llega Mark Darcy. Simplemente perdí mi pasión por hacer drama a los hombres e incluso apagué mis velitas. Decidí enfrentar la soledad y la desesperanza. Ese viaje me llevó a entender que los libros han sido mis mejores amigos. Cuando me siento sola, pienso en todos los libros que habitan esta casa, en sus escritores y cómo todos ellos se han convertido en mis amigos. Sí, son los libros los que me han permitido conocer la felicidad.
Después llegó Magnolia y la vida tomó ritmo e hizo mi corazón latir. Llegó en junio hace cuatro años. En abril las cosas malas suceden. En junio todo vuelve a florecer, en septiembre la Providencia me salva.
Vida, no te entiendo. 






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