Réquiem
Mami, mamacita… me decía mientras penetraba mi cuerpo. Al final, me abrazaba y me amarraba a él. Sentía su cuerpo caliente junto al mío y cómo nuestras temperaturas aumentaban. Necesitaba respirar, dormir lejos de él. Nuestra química era algo que me sofocaba. Al menor movimiento, me tomaba con más fuerza. Sin poder dormir esperaba que llegara un sueño profundo.
Hablaba de
su madre, de su infancia, del abandono y la muerte del licenciado Díaz, su
padre. Era un buen tipo y me besaba. Mi escucha, mi silencio y
sometimiento eran los poderes que nuestra diferencia de edades le otorgaban. ¿Cuándo
te convertirás en mujer? Sostenía mis manos mirándome directamente a los
ojos. No sonrías.
Cuando
terminamos, apagó su teléfono y se mudó de ciudad. Si no te hubieras salido
así de casa, nos recordaríamos de otra manera... ¿De qué manera? Me dice
que vaya con él a Dusseldorf, esta mujer me está volviendo loco. Me
habla de aquella bailarina que lo visitó mientras estábamos juntos, de su danza
africana y pienso en cómo después de estar con ella tocaba mi cuerpo. He practicado
danza africana. Las mentiras se revelan.
Sigo en la
misma ciudad en donde terminamos. Él no vive más aquí. Ha cambiado nuevamente
su número. ¿Cuándo se convertirá en un hombre?
Foto: Antoine D'Agata
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