Una buena vida
Por Viridiana Nárud
Apago la música. Apenas unos días atrás dejé de comprender su sentido. Me imagino en una casa vieja en el bosque sin nadie con quien hablar, con una vista al bosque y una taza de café caliente en las mañanas, si es de noche, de chocolate caliente. Han sido días aciagos sin una razón en particular, el transcurso de los años vuelve a la vida amarga.
He decido cortar comunicación con el mundo. Cada vez es más difícil comprender las palabras, sin embargo, no encuentro otro medio para comunicarme. El sexo nunca ha sido fácil. Cuando es bueno implica emociones. Puedo prescindir de las caricias, pero no de los libros y de estar conmigo misma.
En esta casa mis pensamientos dictan
el ritmo de la escritura, puedo escuchar lo que me habita, me dejo habitar. Pienso
en todo lo que quise ser y no seré. Leí en un libro que Dios tiene marcado
un Destino para los hombres. De repente, la premisa por la que había tenido
sentido mi vida quedó nulificada. Sin drama me resigno dejar atrás lo que quise
ser. Pasan los años y pienso en esa fuerza que mueve al mundo y hace que la
suerte no sea sólo una palabra que enuncie la buena fortuna sino la palabra
que dictamina la vida.
Atrás quedó el dolor de la pasión no
enunciada, de la vida no vivida, enfrento que no existe mejor vida que la que
hoy habito. Miro mi entorno y pienso: Ha sido una buena vida. Sin importar las
carencias y la amargura que deja la imposibilidad de la posibilidad. Miro atrás y pienso que he vivido muchas vidas en esta vida y
apenas me siento viva. Supongo que nos pasa a la mayoría. He visto amaneceres
nublados que apenas dejan ver el sol y las aves entonar su canto en medio de un
estacionamiento cubierto de pavimento. He visto morir a mis amigos, pero no he visto
el nacimiento de un ser amado. Sin embargo, la vida sigue y me digo: Ha sido
una buena vida.
A veces me da miedo pensar que los
sentimientos dejarán de habitarme y no podré escribir, porque hay días en donde
me siento feliz siendo cruel e indiferente al mundo. Me he dicho que las cosas
pasan porque sólo tienen que pasar porque la existencia no tiene sentido. Me he
dicho tantas cosas que apenas recuerdo y no quiero recordar lo que
me he dicho para consolarme en días grises.
Uno es arrojado a la vida y descubre
en ella la belleza oculta. La vida se presenta sin querer y uno vive sin entender
los por qué. Somos producto de un accidente, de una explosión Cósmica, polvos
de estrella... En esta vida no hay sentido para la existencia, sin embargo, mientras
tomo mi taza de té, me digo: Ha sido una buena vida.
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