En favor del acoso




Por Viridiana Nárud @viridianaeunice

En favor del acoso diré que todas las veces que he sido acosada me he sentido culpable de ser mujer. Me pregunto, ¿era la vestimenta adecuada?, ¿es una conducta errónea beber unas copas con tu acompañante, amigo?, ¿fue mi tono de voz?, ¿mi risa? Entonces, comienzo una absurda búsqueda en mí de mi comportamiento para entender por qué sucede esto.

Mi historia no es distinta a la de muchas mujeres, mi primer acoso fue en la escuela secundaria. Mi maestro de música se contuvo de tocarme los senos frente a todos, burlándose de mí porque los cubría. Después, como ya he narrado antes, en la escuela de escritores el director me violentaba cada vez que lo veía, me inventaba palabras para hacerme sentir insegura, para hacerme sentir poco atractiva. Volví a ser víctima de acoso, nuevamente, los patrones de conducta por parte del acosador fueron los mismos. Y es que todos quieren hacerte sentir fea, poco atractiva y siempre tratan de humillarte para que sedas a sus bajas pasiones. Sí, te dicen que no te desean, pero aprovecharían cualquier momento para tenerte a solas y abusar de ti.

Me han dicho que haga público mi caso, que existen mujeres que me apoyarían. En mi experiencia fueron las mujeres las más violentas, las que se unieron a mis acosadores. En el caso de la SOGEM existió una chica llamada Viviana Cohen que se burlaba de mí, que promovió el caso de las firmas para expulsarme y fuera de la escuela buscaba oportunidad para hostigarme. Aún recuerdo que mi hermana, junto con un amigo tuvieron que detener su acoso y burlas en un bar. Hoy, cuando me ve, voltea la mirada.

No dudo de la unión entre mujeres, sólo estoy cansada, fastidiada del acoso y de mi experiencia. Nuevamente he comenzado a vestir ropa masculina y cubro mi cuerpo para no despertar deseo. Me siento culpable. ¿Absurdo? Quizá, pero cierto. Supongo que la culpa se encuentra generada por esa idea del pecado original tan alimentado en sociedades judeo-cristianas. ¿No fue la mujer quien dio a Adán la manzana del conocimiento? ¿No fue Eva la responsable de negarnos a toda la humanidad el Edén? Y por más que intelectualizo este sentimiento y me digo que la culpa se relaciona con el pecado y con la libertad, las cuales son engendradas por la nada, alimentadas por la impaciencia… Esa Nada, carece de significado en mis referentes cognoscitivos.  

Pienso en Dafne y Apolo, como éste quiso tomarla a la fuerza solo por su belleza y ella tuvo que pedir ayuda a su padre Peneo quien la convirtió en laurel. Entonces, Apolo embriagado de deseo, de “amor” le dijo a Dafne: “Ya que no puedes ser mi esposa, al menos, serás mi árbol; siempre te tendré en mi cabellera…” Pareciera que desde tiempo remotos el no de la mujer, no puede ser entendido por estas figuras apolíneas que toman todo a la fuerza y las mujeres o ninfas nos vemos a cambiar de figura para ocultarnos de nuestro agresor, del peligro.

Me gusta vestir shots diminutos, me gustan los vestidos ajustados, me gusta mi cuerpo de mujer; sólo que conforme crezco tengo miedo de caminar en las calles y mis piernas seas vistas de manera obscena; me gusta hacer ejercicio y andar en mi bicicleta, sólo que cada noche es más peligrosa. Me gusta sentirme mujer y coger con los hombres que deseo. Me molesta que por ser mujer me transgredan y quieran tomarme a la fuerza. Me molesta que el “NO ME GUSTAS” sea entendido como un coqueteo que esconde un “sí”. El NO significa No. Me gusta sentirme amada, me molesta que la palabra “amor” sea tomada como un escudo en donde el arma de la violencia se esconde tras él.
Me gustaría un día poder tener una charla sin temor a que mis palabras sean mal entendidas. Me gustaría caminar por las calles con mi falda diminuta sin sentirme culpable o responsable de lo que me pudiera pasar o me pasa mientras camino. En favor del acoso diré que el miedo es su principal aliado. No más acoso.


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